Probablemente os preguntareis qué es eso de los impropios… Así se denomina a los envases que son arrojados al contenedor de reciclaje equivocado, generalmente el amarillo. También lo son aquellos objetos que terminan en un contenedor de envases cuando ni siquiera son eso… envases. Paradójicamente, la causa principal por la que se produce este fenómeno suele ser la buena voluntad de las personas, que intentan reciclar y dar una salida sostenible a un buen número de cosas de las que quieren deshacerse. Como decimos, el contenedor amarillo suele ser el destino mayoritario elegido por estas personas con buena conciencia pero con conocimientos equivocados en materia de reciclaje. Para que os hagáis una idea, en 2009, la media de “impropios” que fueron depositados incorrectamente en el contenedor amarillo fue del 22,9%, frente al 25,5% de 2008, lo cual indica que cada vez lo hacemos mejor.
Los principales “impropios” que terminan en el contenedor amarillo son los envases de cartón (cajas), los envases de vidrio (tarros y botellas) y productos textiles (ropa). En el caso de los primeros, el error suele deberse a un análisis incorrecto. El contenedor amarillo es denominado por muchos el “contenedor de envases”, por lo que, en demasiadas ocasiones, uno cree que la caja de galletas, por ser un envase, tiene que ir a dicho contenedor. Es solo un ejemplo. Resulta curioso que eso no pase tan frecuentemente en el caso de los periódicos y revistas, que son directamente asociados al papel y se depositan correctamente en el contenedor azul.
Con los envases de vidrio ocurre algo parecido. Cuando se habla de vidrio no surgen dudas y la gente lo asocia mayoritariamente al contenedor verde. Pero cuando hablamos de tarros de mermelada, por poner otro ejemplo, mucha gente ya lo ve como un envase y por tanto lo depositan en el “contenedor de envases”… al amarillo. Es esencial saber diferenciar un envase de algo que no lo es, pero eso no es más que el primer paso para un correcto reciclaje. No es menos relevante reflexionar sobre el tipo de material del que está hecho el envase para introducirlo en su contenedor correspondiente. Y para ello, somos conscientes de que debemos seguir haciendo esfuerzos en comunicar e informar bien al ciudadano con campañas de comunicación.
Recordamos: envases de plástico, envases metálicos y briks, al contenedor amarillo; envases de cartón y papel, al contenedor azul; y envases de vidrio, al contenedor verde.
El caso de los textiles nos lleva al terreno, antes comentado, de la buena voluntad y la buena conciencia medioambiental de muchas personas que asocian el contenedor amarillo a “reciclar” y piensan que si depositan ahí la ropa, ésta será aprovechada y reutilizada. Aunque su intención sea digna de alabanza, esto es un error. El mismo error en el que cae la gente que lleva al contenedor amarillo otros objetos que no son envases. Desde pequeños electrodomésticos, sartenes, ollas, cubertería y juguetes, hasta cintas VHS y discos de CD o DVD. Probablemente relacionan los objetos de plástico o de metal con los envases de plástico y los envases metálicos y creen que así también podrán ser reciclados… otro error.
Problemas en la planta de separación
¿Y cuáles son las consecuencias de depositar “impropios”? El principal problema se genera en las plantas de selección y clasificación de envases (paso previo de los envases ligeros procedentes del contenedor amarillo, antes de llegar al reciclador que corresponda), donde la presencia de envases inadecuados (por haber sido depositados en el contenedor que no tocaba) y de elementos extraños entorpece el sistema. Aproximadamente la mitad de las plantas de selección en España están automatizadas y la separación de los envases por tipo de material se realiza mediante tecnología avanzada con separadores ópticos. El personal, además de supervisar que las máquinas funcionen bien, ejerce como primer filtro en la separación y retira de las cintas de transporte los elementos más voluminosos que puedan entorpecer o directamente estropear el proceso. Cuantos más impropios, más dificultades en esta tarea, más posibilidades de avería, más ineficacia y peores resultados en cuanto a cantidades de envases seleccionados.
Existen objetos especialmente nocivos en este proceso. Es el caso de las cintas VHS, que pueden quedarse enrolladas en los ejes de la maquinaria, obligando incluso a paralizarlas para su limpieza. Elementos metálicos como sartenes, ollas u otros útiles de cocina pueden llegar a ser peligrosos. Y es que las plantas de separación cuentan con potentes electroimanes diseñados para separar únicamente las latas de bebidas y las latas y botes de conserva, no otro tipo de objetos metálicos. Por su parte, los productos textiles entorpecen el proceso de reciclaje de los envases del contenedor amarillo porque si se cuelan pueden, además de entorpecer la separación de envases, deshilacharse y acabar estropeando y paralizando las máquinas.
Cada uno de nosotros podemos, por tanto, colaborar diariamente desde nuestras propias casas o lugares de trabajo procurando diferenciar lo que es un envase de lo que no lo es. Una vez estemos seguros de que lo que hemos separado sean envases, es muy importante distinguir el material del que se compone, que es lo que nos dará la clave para saber a qué contenedor de reciclaje tendremos que llevarlo. De esta forma evitaremos errores, garantizaremos la perfecta gestión de los envases en el momento de su reciclaje y estaremos colaborando a cuidar el Medio Ambiente. La mejora ya se viene notando año tras año, sigamos así y evitando impropios mejoraremos las tasas de reciclado y aportaremos también nuestro valioso granito de arena a este proceso que nos beneficia a todos. Reciclemos con cabeza.